La única lucha que se pierde, es aquella que se abandona.

La única lucha que se pierde, es aquella que se abandona.
Hay amores que matan, pero el tuyo... Me ha resucitado

viernes, 26 de septiembre de 2008

NI HEROE, NI OGRO...



Recuerdo como si fuera ayer los sueños que tuve hace muchos años, deseaba una bella boda, si, así es, deseaba casarme y tener muchos, muchos hijos, y ya sabía exactamente con quien seria. Era un hombre mayor que yo, apuesto, profesionista, atento, bueno y saben que es lo mejor de todo? Que me correspondía!!, para el yo era lo mas importante en su vida, me amaba incondicionalmente, sin celos ni presiones, ni nada por el estilo. En realidad, habían varios inconvenientes, uno de ellos, es que el era casado y lo peor de todo es que su esposa, era mi mama!!... así es, en mi infancia estaba muy enamorada de mi padre y odiaba grandemente que mi mama siempre estuviera con el.

Con el tiempo, todo empeoro, nació mi hermana Gabriela… justo lo que necesitaba!! Más competencia. La lucha por lograr la atención de mi padre era infinita, ella llorando y chupándose el dedo y yo haciendo payasadas para que él riera.

Pero ahora que lo pienso, siempre tuve su atención, como aquel día en que literalmente confió ciegamente en mí y dejo que lo guiara con los ojos cerrados desde la tienda hasta la casa. Al llegar le dije: Abre los ojos!! Y se mostró muy sorprendido de que supiera como llegar a la casa, recuerdo que me sentí muy inteligente. Hoy en día cuando siento que no puedo hacer algo vienen a mi mente esos recuerdos.

Otra acedota de esos tiempos, (controversia, por cierto) es la del día que me dejo ir sola, en metro desde mi escuela hasta su trabajo, con unas simples instrucciones, “te bajas en Pino Suárez y ahí es mi trabajo” Pienso mucho en aquellos momentos en que me daba confianza, como en el temblor del 85, cuando nos abrazo muy fuerte a mi hermana y a mi y nos dijo al oído “Todo va a estar bien, no pasa nada” recuerdo que le creí, le creí a pesar de ver edificios derrumbados y gente gritando.

También pienso en las veces que al llegar a la primaria le decía “papa, se me olvido que tenia que traer una cartulina blanca hoy”, después, al estar sentada en mi lugar pensando en el gran regaño de la maestra aparecía el, con la cartulina bajo el brazo y su bella sonrisa que me daba paz.

Ese era mi papa, mi héroe de la infancia, el invencible, el que todo lo sabia y todo lo podía. Aunque, todos los héroes caen algún día.

Llego mi adolescencia y mis ganas de comerme al mundo y fue entonces que comencé a ver diferente a mi padre. Reconocí sus errores y descubrí con tristeza que no todo lo sabía, que también tropezaba y que muchas veces decía que todo estaría bien y no era verdad.

Descubrí, además, su lado malvado cuando negaba un permiso o cuando comenzó a castigarme por reprobar en la escuela.

Así fue, mi héroe se volvió un ogro malvado y gruñón, al cual varias veces en esa época le grite “te odio” para después encerrarme a llorar en mi cuarto.

Hoy sin embargo, comprendo su lucha, tratando con dos adolescentes insensatas y una bebe un camino.

Pienso mucho en aquellos dos extremos, en mi padre-héroe y en el ogro que ponía cara triste, sabiendo que debía castigarme, por verme llegar a las dos de la mañana cuando le prometía llegar a las 11.

Hoy, pienso mucho en el, pero ya no como ídolo o villano, simplemente como mi padre. Cuando mas sola estoy, le llamo por teléfono y me cuenta sus cosas, nunca estamos de acuerdo ni en política, ni en religión, se burla de los programas que veo y no comprende mi trabajo, pero me encanta discutir con el.

Mucho de lo que hoy soy se lo debo a el, a su confianza, a su seguridad y también a sus regaños.

Disfruto mirar fotos y recordar cuando me quería casar con el, en las veces que maldije ser su hija y en como nos reímos viendo Mr Bing.

En cada sonrisa y cada lagrima de esta historia esta su nombre… Javier.

El Javier que hoy no es héroe, ni ogro, sino testigo mudo de cada éxito y cada fracaso, de cada locura y cada acto de sensatez, el que me mira con su rostro triste cuando debo irme y el que me recibe alegre cada ves que vuelvo a casa, un amor sin limites, ni condiciones, por eso y por tantas cosas más, ayer, hoy, mañana y siempre…. Simplemente mi papa.